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TERCER DOMINGO

(Tiempo ordinario – Ciclo A)

1 lectura: Isaías 8,23-9,1. En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande.

El horizonte geográfico de este oráculo de Isaías abarca  dos tribus septentrionales, Zabulón y Neftalí, en la zona de Galilea, atravesada por el “camino del mar”, que unía Egipto con Mesopotamia; el contexto histórico al que hace referencia es probablmente el de los asedios militares de Asiria y la deportación de gran parte de la población del reino del norte en el año 732 a.C. (cf. 2 Re 15,29).

Es llamativo el contraste que se describe entre un tiempo de humillación y de oscuridad, que indica la crisis bélica sufrida, y una época de luz y de alegría, con la que se describe la ascensión al trono de un nuevo sucesor davídico. En medio de las tinieblas brota la luz, como en nueva creación (cf. Gen 1,2-3). Las tinieblas son símbolo del caos y de la muerte (cf. Gn 1,2; Sal 88,7); la luz es símbolo de la salvación divina (cf. Sal 36,10). Dios mismo es luz (cf. Sal 104,1-2; 1Jn 1,5). Junto al simbolismo de la luz, la nueva época histórica se describe como un tiempo de gozo, semejante al del segador que recoge la cosecha o al del ejército que obtiene la victoria. Dios ha liberado a su pueblo de la opresión, como el día en que Gedeón venció a los madianitas, iluminando la noche con antorchas que aterrorizaron al enemigo (cf. Jue 7). Más en http://www.debarim.it/to3a_esp.htm

 

 

II Domingo del Tiempo Ordinario

Ciclo A

Isaías 49,3.5-6 . 1 Corintios 1,1-3. Juan 1,29-34

Toda la atención de la liturgia de hoy está orientada hacia el contenido de la solemne proclamación del Bautista en el momento en que se encuentra con Jesús. Sus palabras están enmarcadas en un claro contexto de revelación mesiánica: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. La definición de Juan nos presenta a Jesús como el gran liberador del mal que oprime y deshumaniza. Más en http://www.debarim.it/toa2_esp.htm

Este es mi hijo el amado, en el tengo mi gozo

(Ciclo A)

Isaías 42,1-4.6-7. Hechos 10,34-38. Mateo 3,13-17

 El bautismo de Jesús es la gran revelación de la presencia salvadora de Dios en la historia. A través de una manifestación excepcional de Dios, Jesús es presentado públicamente como el Hijo sobre el cual desciende la fuerza del Espíritu como en una nueva creación. Se abren los cielos, símbolo de la trascendencia de Dios, y se escucha la voz del Padre que presenta al Mesías-Siervo como al Hijo amado en quien se complace. Como Cristo, también el creyente está llamado a realizar un programa de vida, de justicia y de liberación en favor de los hombres. Por el bautismo, también los creyentes, movidos como Cristo por el Espíritu, están llamados a hacer el bien y a sanar a todos los que viven oprimidos por el mal (cf. Hch 10,38). Más en http://www.debarim.it/bautismo_a.htm

Is 60,1-6: Levántate y resplandece Jerusalén. Ef 3,2-3.5-6: Todos los pueblos comparten la misma herencia en Cristo. Mt 2,1-12: Unos magos de oriente adoraron al Niño postrándose

 La Epifanía es la gran fiesta del universalismo de la salvación: Dios ha llamado a todos los pueblos a participar de la novedad mesiánica del Cristo. Los textos bíblicos de hoy representan una reflexión madura sobre el misterio que celebramos.

Las lecturas que se proclaman en la solemnidad de hoy constituyen un mensaje de apertura, de esperanza, de amor apasionado por los valores presentes en todas las culturas y religiones de la humanidad. Es una invitación al diálogo y al testimonio, a la inserción en el mundo y al compromiso por el ecumenismo. Es un poema al universalismo y a la fraternidad entre los pueblos y culturas, no sólo por motivos filantrópicos, sino porque Dios ama a todos los hombres, se ha revelado a todos y redime a todos en la sangre de su Hijo. Es también una invitación a descubrir “los signos” de Dios en la vida, indispensables para alimentar la fe y experimentar el gozo y la luz de quien ha descubierto la verdad y la salvación en Cristo.

Isaías presenta a Jerusalén, la ciudad santa y centro religioso del pueblo de la antigua alianza, llena de luz y visitada por gentes de toda la tierra que van en busca de Dios. Pablo, con un lenguaje refinado y preciso, expone el contenido teológico de la fiesta: “todos los pueblos comparten la misma herencia… y participan de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio”. La narración evangélica de la visita de los magos, lejos de ser una sentimental fábula infantil, representa la teología de la iglesia primitiva que presenta a Jesús como el Mesías anunciado en las antiguas profecías, rechazado por Israel y revelado a los pueblos paganos que le rinden culto. Toda la celebración de hoy es un canto de luz y de gozo al amor de Dios que ama a todos los hombres y a todos ofrece la salvación en Jesús el Mesías. Más en http://www.debarim.it/epifania2003_esp.htm

1 lectura: Eclesiástico 24,1-2.8-12. La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido.

 El libro del Eclesiástico, escrito a inicios del s. II a.C.,  es un magnífico ejemplo del esfuerzo hecho por algunas corrientes del judaísmo postexilíco por releer la propia tradición religiosa en diálogo con la cultura helenista. Jesús Ben Sirá, el autor del libro, elabora en el capítulo veinticuatro de su obra una gran síntesis teológica, utilizando terminología y conceptos tradicionales del Antiguo Testamento. Más en http://www.debarim.it/navidad2_a.htm

Num 6,22-27: El Señor haga brillar su rostro sobre ti. Gal 4,4-7: Nacido de una muje. Lc 2,16-21: María conservaba todas las cosas en su corazón

   La fiesta de Santa María, Madre de Dios, está colocada en el calendario litúrgico inmediatamente después de la Navidad. De esta forma no corremos el riesgo de aislar a María, disminuyendo su importante misión en relación con Cristo su hijo y con la Iglesia. Las celebraciones navideñas han sido la ocasión para contemplar la cercanía y la ternura de Dios que comparte nuestra condición humana y nuestro camino en el tiempo.

Más en http://www.debarim.it/santa_maria_1enero.htm

La Sagrada Familia de Nazaret

La vida de Jesús en una familia humana prolonga el misterio de la encarnación. Dios ha querido asumir y santificar el misterio de la familia, llamada a ser espacio de amor y de libertad, de comunión y de experiencia de Dios. La fiesta de la sagrada familia de Nazaret es una oportunidad para iluminar la vida de nuestras propias familias a la luz de la Palabra de Dios. La familia es un signo de amor en medio de un mundo tantas veces dominado por el odio y la división, pero es también una realidad frágil, inmersa en una sociedad a menudo desorientada en los verdaderos valores y víctima tantas veces de dramas económicos y sociales.

Más en http://www.debarim.it/sagrada_famiilia_ciclo%20a_esp.htm

Misa del día de navidad

Is 52,9-10. Heb 1,1-6. Jn 1,1-18

 

 La misa de medianoche nos ha introducido en el misterio de la Navidad desde una perspectiva teológica de carácter narrativo: el nacimiento del Niño, las condiciones de pobreza del hecho, el canto de los ángeles, el anuncio a los pastores.  La misa del día, en cambio, nos ayuda a meditar en la profundidad maravillosa del acontecimiento, a través de textos poéticos de grandísima belleza literaria y teológica.  El gran tema de la liturgia de hoy es la manifestación de la salvación en Jesús. El Niño que ha nacido para el mundo es Dios mismo que ha empezado a habitar entre los hombres. La tienda del Exodo, que acompañó a Israel en el desierto, y el templo deseado por David como morada de Yahvéh, son ahora sustituidos por el cuerpo de Jesús de Nazaret, el «Enmanuel», «Dios-con-nosotros». «La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Este recién nacido pobre, frágil, es la Palabra de Dios por excelencia. Para mostrar su dignidad, Juan se remonta solemnemente al inicio de todo: «En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios… todo ha sido creado por medio de ella» (Jn 1,1).

Más en http://www.debarim.it/navidad%2025_a2010.htm

Noche de Navidad

Is 9,1-3.5-6. Tit 2,11-14. Lc 2,1-14

 En la noche de Navidad la comunidad cristiana está invitada a contemplar con gozo y gratitud el misterio del nacimiento del Salvador. La fe se vuelve admiración y plegaria humilde ante el pesebre de Belén, a imitación de María: «Y la madre estaba en pasmo / de que tal trueque veía: / el llanto del hombre en Dios / y en el hombre la alegría, / lo cual de el uno y de el otro / tan ajeno ser solía» (San Juan de la Cruz). Belén es el punto de encuentro culminante entre el Dios vivo y la historia de los hombres. Pero el Dios que se revela en el pesebre trastorna todas nuestras imágenes y representaciones suyas. Desaparece la imagen del Dios fuerte, poderoso, exigente, y se manifiesta el rostro de un Dios pequeño, débil, siervo, misericordioso. Más en http://www.debarim.it/navidad_noche.htm

Centro Bíblico Pastoral para América Latina del CELAM

Estudio Bíblico de base para la Lectio Divina del Evangelio del Domingo

Cuarto de Adviento – 19 de diciembre de 2010 

A LAS PUERTAS DE LA NAVIDAD

El anuncio del nacimiento a José, esposo y padre

Mateo 1, 18-24

Casi a las puertas de la celebración de la Navidad, subimos el último peldaño en nuestro itinerario del Adviento. El evangelio de este domingo nos coloca frente a los acontecimientos que preceden el nacimiento de Jesús, especialmente los relacionados con el anuncio de que el niño engendrado en el vientre virginal de María proviene de Dios.

Tengamos presente que este es el domingo de la Anunciación. El año pasado, en este domingo habíamos leído la anunciación del Ángel a María, este año leemos la revelación divina del origen de Jesús a José (versión de Mateo).

El pasaje, también conocido como “el sueño de José” (Mateo 1,18-24; el versículo 25 está omitido en la liturgia), nos ayuda a descubrir mejor el verdadero origen en Dios de la persona de Jesús y, de ahí, su misión con relación a los hombres. Bajo esta luz, descubrimos también la fascinante personalidad espiritual de María y de José. No hay una línea en el evangelio de hoy en la que no esté mencionada la madre de Jesús, al mismo tiempo que se perfila el papel de José en medio de estos grandes acontecimientos.

Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina