Cuarto domingo ordinario
“Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros:
¿qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad ! (Mc 1,27)”
Dt 18,15-20. 1 Cor 7, 32-35. Mc 1,21-28
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Una de las experiencias más fascinantes de las que la Biblia da testimonio es el profetismo. Los profetas son hombres de Dios, que surgen sobre todo en las grandes épocas de crisis y de transición de Israel, que saben leer en profundidad los signos de los tiempos y que, gracias a su particular sintonía con Dios, pueden animar la fe del pueblo y anunciar nuevos caminos para el porvenir. La fe cristiana reconoce a los profetas como los grandes hombres del Espíritu y de la Palabra. Cada domingo en la asamblea eucarística, en efecto, proclamamos: “Creo en el Espíritu Santo que habló por los profetas”. Las lecturas bíblicas de este domingo giran en torno al tema del carisma profético: el antiguo Código Deuteronomista delinea la figura del profeta ideal a semejanza de Moisés (primera lectura); Pablo habla como un profeta ofreciendo a la comunidad de Corinto una luz y un sentido nuevos para su comportamiento (segunda lectura); Marcos da testimonio de Jesús, el profeta perfecto en cuanto es la Palabra definitiva de Dios (evangelio). Léela en http://www.debarim.it/to4b.htm