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Archive for diciembre 2010

La Sagrada Familia de Nazaret

La vida de Jesús en una familia humana prolonga el misterio de la encarnación. Dios ha querido asumir y santificar el misterio de la familia, llamada a ser espacio de amor y de libertad, de comunión y de experiencia de Dios. La fiesta de la sagrada familia de Nazaret es una oportunidad para iluminar la vida de nuestras propias familias a la luz de la Palabra de Dios. La familia es un signo de amor en medio de un mundo tantas veces dominado por el odio y la división, pero es también una realidad frágil, inmersa en una sociedad a menudo desorientada en los verdaderos valores y víctima tantas veces de dramas económicos y sociales.

Más en http://www.debarim.it/sagrada_famiilia_ciclo%20a_esp.htm

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Misa del día de navidad

Is 52,9-10. Heb 1,1-6. Jn 1,1-18

 

 La misa de medianoche nos ha introducido en el misterio de la Navidad desde una perspectiva teológica de carácter narrativo: el nacimiento del Niño, las condiciones de pobreza del hecho, el canto de los ángeles, el anuncio a los pastores.  La misa del día, en cambio, nos ayuda a meditar en la profundidad maravillosa del acontecimiento, a través de textos poéticos de grandísima belleza literaria y teológica.  El gran tema de la liturgia de hoy es la manifestación de la salvación en Jesús. El Niño que ha nacido para el mundo es Dios mismo que ha empezado a habitar entre los hombres. La tienda del Exodo, que acompañó a Israel en el desierto, y el templo deseado por David como morada de Yahvéh, son ahora sustituidos por el cuerpo de Jesús de Nazaret, el «Enmanuel», «Dios-con-nosotros». «La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Este recién nacido pobre, frágil, es la Palabra de Dios por excelencia. Para mostrar su dignidad, Juan se remonta solemnemente al inicio de todo: «En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios… todo ha sido creado por medio de ella» (Jn 1,1).

Más en http://www.debarim.it/navidad%2025_a2010.htm

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Noche de Navidad

Is 9,1-3.5-6. Tit 2,11-14. Lc 2,1-14

 En la noche de Navidad la comunidad cristiana está invitada a contemplar con gozo y gratitud el misterio del nacimiento del Salvador. La fe se vuelve admiración y plegaria humilde ante el pesebre de Belén, a imitación de María: «Y la madre estaba en pasmo / de que tal trueque veía: / el llanto del hombre en Dios / y en el hombre la alegría, / lo cual de el uno y de el otro / tan ajeno ser solía» (San Juan de la Cruz). Belén es el punto de encuentro culminante entre el Dios vivo y la historia de los hombres. Pero el Dios que se revela en el pesebre trastorna todas nuestras imágenes y representaciones suyas. Desaparece la imagen del Dios fuerte, poderoso, exigente, y se manifiesta el rostro de un Dios pequeño, débil, siervo, misericordioso. Más en http://www.debarim.it/navidad_noche.htm

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Centro Bíblico Pastoral para América Latina del CELAM

Estudio Bíblico de base para la Lectio Divina del Evangelio del Domingo

Cuarto de Adviento – 19 de diciembre de 2010 

A LAS PUERTAS DE LA NAVIDAD

El anuncio del nacimiento a José, esposo y padre

Mateo 1, 18-24

Casi a las puertas de la celebración de la Navidad, subimos el último peldaño en nuestro itinerario del Adviento. El evangelio de este domingo nos coloca frente a los acontecimientos que preceden el nacimiento de Jesús, especialmente los relacionados con el anuncio de que el niño engendrado en el vientre virginal de María proviene de Dios.

Tengamos presente que este es el domingo de la Anunciación. El año pasado, en este domingo habíamos leído la anunciación del Ángel a María, este año leemos la revelación divina del origen de Jesús a José (versión de Mateo).

El pasaje, también conocido como “el sueño de José” (Mateo 1,18-24; el versículo 25 está omitido en la liturgia), nos ayuda a descubrir mejor el verdadero origen en Dios de la persona de Jesús y, de ahí, su misión con relación a los hombres. Bajo esta luz, descubrimos también la fascinante personalidad espiritual de María y de José. No hay una línea en el evangelio de hoy en la que no esté mencionada la madre de Jesús, al mismo tiempo que se perfila el papel de José en medio de estos grandes acontecimientos.

Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina

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IV DOMINGO DE ADVIENTO

 Isaías 7,10-14. Romanos 1,1-7. Mateo 1,18-24

 A las puertas de la navidad escuchamos sobrecogidos y llenos de alegría el “Nombre” del Mesías: “Emmanuel”, “Dios-con-nosotros” (Mt 1,23). El evangelio de Mateo inicia y concluye con esta certeza. En Mt 1,23 se cita el célebre oráculo de Isaías; al final, en Mt 28,20 escuchamos la promesa de Cristo Resucitado: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. La fe cristiana se fundamenta en la presencia del Dios cercano que ha llenado la historia con su presencia salvadora a través de Jesús de Nazaret, el Mesías y el Señor. En el evangelio de hoy resaltan las figuras José y María, que representan a la humanidad fiel y creyente, dos vocaciones al servicio del misterio. La vocación de María a la maternidad divina y la vocación de José a la paternidad legal anticipan la vocación de todos los cristianos que, en modos y grados diversos, encuentra su sentido y su culminación en la comunión y el anuncio de Cristo.

Más en http://www.debarim.it/adv4a_esp.htm

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Estudio Bíblico de base para la Lectio Divina del Evangelio del Domingo

Tercero de Adviento (A) – 12 de diciembre de 2010

 

DESCUBRIR LA NOVEDAD DEL MESÍAS

¿Quién eres tú Jesús? ¿Quién eres tú Juan?

Mateo 11, 2-11

Juan Bautista está en la cárcel (Mateo 11,2a). Hasta allí le llegan noticias sobre Jesús (11,2b), pero resulta que las informaciones recibidas a primera vista no coinciden con el tipo de Mesías qué el esperaba.

La crisis de Juan Bautista

En el evangelio del domingo pasado vimos cuáles eran estas expectativas de Juan Bautista: un Mesías juez terrible, aunque también salvador. Efectivamente Juan había predicado que el Mesías, más fuerte que él, sería reconocido por su bautismo en “Espíritu Santo y fuego” (3,11), es decir que:

  • Su bautismo tendría el carácter de juicio final.
  • Los que hubiesen cambiado de vida recibirían el Espíritu Santo y los que no se enmendaran, como era el caso de los fariseos y saduceos (3,7), serían destruidos por el fuego.

Para ello Juan Bautista había utilizado las imágenes gráficas del “hacha” colocado en la raíz del árbol, calculando el golpe final (3,10), y del “labrador” que recoge el trigo y quema la paja (3,12). En otras palabras, esperaba un Mesías poderoso, como decía Isaías 40,10: “Ahí viene Yahvé con poder y su brazo lo sojuzga todo”.

Para sorpresa de Juan, el ministerio de Jesús venía soportando continuas contradicciones por parte de la clase dirigente; él estaba en la cárcel y, como iban las cosas, Jesús también está a punto de estarlo. A Jesús se le veía muy humilde, mientras que a los poderosos se les veía como siempre, todavía en sus puestos haciendo fechorías. El trigo no ha sido separado de la paja.

Por eso no es extraño que en el Bautista se suscite cierta crisis, casi a las puertas de “escandalizarse” de Jesús (ver 11,6). Las acciones de Jesús no coinciden con el Mesías de fuego que había sido anunciado para terror de los indolentes. De ahí se levanta la duda de si Jesús es verdaderamente el Mesías prometido o si más bien no será otro el que vendrá para hacer el juicio.

Entonces Juan Bautista, reflexionando desde la cárcel sobre estos datos que no encajan, se atreve a expresar el interrogante que debía estar en la cabeza de mucha gente: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” (11,3).

Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina

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III Domingo de Adviento

Vayan y digan lo que han visto

 Isaías 35,1-6.8-10. Santiago 5,7-10. Mateo 11,2-11

  El tema del gozo domina el leccionario de este domingo. Es un gozo que atraviesa incluso la dimensión física del universo. El cuerpo y el cosmos son alcanzados por la fuerza de Dios que todo lo transforma. Las lecturas bíblicas de hoy nos invitan a renovar la confianza en la vida y en la historia. Contra el pesimismo que nos amenaza en estos difíciles momentos que vive la humanidad, la palabra profética y el evangelio insisten en la buena noticia de la liberación y de la esperanza. No hay que confundir, sin embargo, el gozo con el triunfo, la paz con el poder, la justicia con la venganza. El Mesías del gozo pleno no es un triunfador, sino un siervo, pobre en entre los pobres. Más en http://www.debarim.it/adv3a_esp.htm

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Gen 3,9-15.20. Ef 1,3-6.11-12. Lc 1,26-38

La solemnidad de la Inmaculada Concepción de María nos coloca delante del proyecto originario de Dios, que nos ha elegido “en Cristo”, “antes de la creación del mundo”, “para ser santos e irreprochables ante él por el amor” (Ef 1,4); que nos “ha destinado de antemano, por decisión gratuita de su voluntad, a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, y ser así un himno de alabanza a la gloriosa gracia que derramó en nosotros, por medio de su Hijo querido” (Ef 1,6). La fiesta de la Inmaculada Concepción celebra la historia de María de Nazaret, la Madre del Señor, como la realización del designio de Dios en una criatura como nosotros. La historia de María es la historia de una donación total al plan trazado por Dios, es la historia de una gracia y de una vocación excepcionales. La gracia recibida por María y su fidelidad a Dios iluminan nuestra propia existencia cristiana. María Inmaculada, totalmente consagrada a Dios y al amor en cada instante de su vida, en cada partícula de su ser y en cada dinamismo de su voluntad, es un motivo de esperanza y un llamado a la conversión. El “adán” que existe en cada uno, contemplando a María, es llamado a volver el esplendor original de la gracia y a vivir con gozo su fidelidad a los caminos del Señor. Más en http://www.debarim.it/inmaculada.htm

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                                                                     PISTAS PARA LA LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO

Segundo Domingo de Adviento (A) –  5 Diciembre de 2010

Mateo 3, 1-12

JUAN BAUTISTA EN EL DESIERTO

La Voz del Profeta de los Nuevos Tiempos

Juan Bautista es una de las grandes figuras del Adviento porque con su presencia y su predicación se anuncia la llegada de los nuevos tiempos del Mesías. Este domingo y el próximo, él ocupará nuestra atención y junto con él contemplaremos a Jesús.

A Juan lo encontramos en una escena de apertura estratégicamente colocada en el evangelio de Mateo. El gran ministerio salvífico de Jesús está precedido por el penitencial de Juan Bautista. Todo lo que Juan hace es de gran valor, sin embargo está sometido finalmente a la obra superior del Mesías Jesús.

El pasaje de Mateo 3,1-12 nos describe con diversos acentos el perfil del gran e impávido predicador que anuncia en el desierto un cambio de vida que capacita a las personas para superar el juicio de Dios, la inminente cólera divina, que es la confrontación final que aguarda a todo hombre. Con todo, en medio de la dura predicación, se vislumbra una esperanza de vida y salvación, que es lo que en última instancia el evangelio quiere llevarnos a contemplar y vivir. Toda la serie de elementos que a continuación se va a describir apuntan al hecho central de “lo nuevo” que viene con Jesús. Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina

 

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II DOMINGO DE ADVIENTO

Isaías 11,1-10. Romanos 15,4-9. Mateo 3,1-12

 

Voz del que clama en el desierto, preparen el camino del Señor, rectifiquen sus senderos

 

La liturgia de este domingo nos coloca delante de la palabra profética que delinea los rasgos fundamentales del Mesías y prepara su llegada en la historia y en las conciencias de los hombres. La espléndida página de Isaías recuerda que la llegada del Mesías es acompañada del gran don del Espíritu, que transforma al hombre colmándolo de sabiduría, fortaleza y amor. El resultado es un mundo pacificado y sereno, en donde “nadie hará daño, ni nadie hará mal… porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como cubren las aguas el mar” (Is 11,9). La predicación de Juan Bautista, el austero profeta del desierto que prepara los caminos del Señor, anticipa la predicación de Jesús: “Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos” (Mt 3,2). Sus palabras nos recuerdan que la única manera de acoger al Mesías que está por llegar es “enderezar nuestras sendas”, liberarnos de falsas seguridades y reorientar la ruta de nuestra vida según la voluntad de Dios. Más en http://www.debarim.it/adv2a_esp.htm

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