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IV DOMINGO DE ADVIENTO

 Isaías 7,10-14. Romanos 1,1-7. Mateo 1,18-24

 A las puertas de la navidad escuchamos sobrecogidos y llenos de alegría el “Nombre” del Mesías: “Emmanuel”, “Dios-con-nosotros” (Mt 1,23). El evangelio de Mateo inicia y concluye con esta certeza. En Mt 1,23 se cita el célebre oráculo de Isaías; al final, en Mt 28,20 escuchamos la promesa de Cristo Resucitado: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. La fe cristiana se fundamenta en la presencia del Dios cercano que ha llenado la historia con su presencia salvadora a través de Jesús de Nazaret, el Mesías y el Señor. En el evangelio de hoy resaltan las figuras José y María, que representan a la humanidad fiel y creyente, dos vocaciones al servicio del misterio. La vocación de María a la maternidad divina y la vocación de José a la paternidad legal anticipan la vocación de todos los cristianos que, en modos y grados diversos, encuentra su sentido y su culminación en la comunión y el anuncio de Cristo.

Más en http://www.debarim.it/adv4a_esp.htm

Estudio Bíblico de base para la Lectio Divina del Evangelio del Domingo

Tercero de Adviento (A) – 12 de diciembre de 2010

 

DESCUBRIR LA NOVEDAD DEL MESÍAS

¿Quién eres tú Jesús? ¿Quién eres tú Juan?

Mateo 11, 2-11

Juan Bautista está en la cárcel (Mateo 11,2a). Hasta allí le llegan noticias sobre Jesús (11,2b), pero resulta que las informaciones recibidas a primera vista no coinciden con el tipo de Mesías qué el esperaba.

La crisis de Juan Bautista

En el evangelio del domingo pasado vimos cuáles eran estas expectativas de Juan Bautista: un Mesías juez terrible, aunque también salvador. Efectivamente Juan había predicado que el Mesías, más fuerte que él, sería reconocido por su bautismo en “Espíritu Santo y fuego” (3,11), es decir que:

  • Su bautismo tendría el carácter de juicio final.
  • Los que hubiesen cambiado de vida recibirían el Espíritu Santo y los que no se enmendaran, como era el caso de los fariseos y saduceos (3,7), serían destruidos por el fuego.

Para ello Juan Bautista había utilizado las imágenes gráficas del “hacha” colocado en la raíz del árbol, calculando el golpe final (3,10), y del “labrador” que recoge el trigo y quema la paja (3,12). En otras palabras, esperaba un Mesías poderoso, como decía Isaías 40,10: “Ahí viene Yahvé con poder y su brazo lo sojuzga todo”.

Para sorpresa de Juan, el ministerio de Jesús venía soportando continuas contradicciones por parte de la clase dirigente; él estaba en la cárcel y, como iban las cosas, Jesús también está a punto de estarlo. A Jesús se le veía muy humilde, mientras que a los poderosos se les veía como siempre, todavía en sus puestos haciendo fechorías. El trigo no ha sido separado de la paja.

Por eso no es extraño que en el Bautista se suscite cierta crisis, casi a las puertas de “escandalizarse” de Jesús (ver 11,6). Las acciones de Jesús no coinciden con el Mesías de fuego que había sido anunciado para terror de los indolentes. De ahí se levanta la duda de si Jesús es verdaderamente el Mesías prometido o si más bien no será otro el que vendrá para hacer el juicio.

Entonces Juan Bautista, reflexionando desde la cárcel sobre estos datos que no encajan, se atreve a expresar el interrogante que debía estar en la cabeza de mucha gente: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” (11,3).

Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina

III Domingo de Adviento

Vayan y digan lo que han visto

 Isaías 35,1-6.8-10. Santiago 5,7-10. Mateo 11,2-11

  El tema del gozo domina el leccionario de este domingo. Es un gozo que atraviesa incluso la dimensión física del universo. El cuerpo y el cosmos son alcanzados por la fuerza de Dios que todo lo transforma. Las lecturas bíblicas de hoy nos invitan a renovar la confianza en la vida y en la historia. Contra el pesimismo que nos amenaza en estos difíciles momentos que vive la humanidad, la palabra profética y el evangelio insisten en la buena noticia de la liberación y de la esperanza. No hay que confundir, sin embargo, el gozo con el triunfo, la paz con el poder, la justicia con la venganza. El Mesías del gozo pleno no es un triunfador, sino un siervo, pobre en entre los pobres. Más en http://www.debarim.it/adv3a_esp.htm

 

 

Gen 3,9-15.20. Ef 1,3-6.11-12. Lc 1,26-38

La solemnidad de la Inmaculada Concepción de María nos coloca delante del proyecto originario de Dios, que nos ha elegido “en Cristo”, “antes de la creación del mundo”, “para ser santos e irreprochables ante él por el amor” (Ef 1,4); que nos “ha destinado de antemano, por decisión gratuita de su voluntad, a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, y ser así un himno de alabanza a la gloriosa gracia que derramó en nosotros, por medio de su Hijo querido” (Ef 1,6). La fiesta de la Inmaculada Concepción celebra la historia de María de Nazaret, la Madre del Señor, como la realización del designio de Dios en una criatura como nosotros. La historia de María es la historia de una donación total al plan trazado por Dios, es la historia de una gracia y de una vocación excepcionales. La gracia recibida por María y su fidelidad a Dios iluminan nuestra propia existencia cristiana. María Inmaculada, totalmente consagrada a Dios y al amor en cada instante de su vida, en cada partícula de su ser y en cada dinamismo de su voluntad, es un motivo de esperanza y un llamado a la conversión. El “adán” que existe en cada uno, contemplando a María, es llamado a volver el esplendor original de la gracia y a vivir con gozo su fidelidad a los caminos del Señor. Más en http://www.debarim.it/inmaculada.htm

                                                                     PISTAS PARA LA LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO

Segundo Domingo de Adviento (A) –  5 Diciembre de 2010

Mateo 3, 1-12

JUAN BAUTISTA EN EL DESIERTO

La Voz del Profeta de los Nuevos Tiempos

Juan Bautista es una de las grandes figuras del Adviento porque con su presencia y su predicación se anuncia la llegada de los nuevos tiempos del Mesías. Este domingo y el próximo, él ocupará nuestra atención y junto con él contemplaremos a Jesús.

A Juan lo encontramos en una escena de apertura estratégicamente colocada en el evangelio de Mateo. El gran ministerio salvífico de Jesús está precedido por el penitencial de Juan Bautista. Todo lo que Juan hace es de gran valor, sin embargo está sometido finalmente a la obra superior del Mesías Jesús.

El pasaje de Mateo 3,1-12 nos describe con diversos acentos el perfil del gran e impávido predicador que anuncia en el desierto un cambio de vida que capacita a las personas para superar el juicio de Dios, la inminente cólera divina, que es la confrontación final que aguarda a todo hombre. Con todo, en medio de la dura predicación, se vislumbra una esperanza de vida y salvación, que es lo que en última instancia el evangelio quiere llevarnos a contemplar y vivir. Toda la serie de elementos que a continuación se va a describir apuntan al hecho central de “lo nuevo” que viene con Jesús. Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina

 

II DOMINGO DE ADVIENTO

Isaías 11,1-10. Romanos 15,4-9. Mateo 3,1-12

 

Voz del que clama en el desierto, preparen el camino del Señor, rectifiquen sus senderos

 

La liturgia de este domingo nos coloca delante de la palabra profética que delinea los rasgos fundamentales del Mesías y prepara su llegada en la historia y en las conciencias de los hombres. La espléndida página de Isaías recuerda que la llegada del Mesías es acompañada del gran don del Espíritu, que transforma al hombre colmándolo de sabiduría, fortaleza y amor. El resultado es un mundo pacificado y sereno, en donde “nadie hará daño, ni nadie hará mal… porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como cubren las aguas el mar” (Is 11,9). La predicación de Juan Bautista, el austero profeta del desierto que prepara los caminos del Señor, anticipa la predicación de Jesús: “Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos” (Mt 3,2). Sus palabras nos recuerdan que la única manera de acoger al Mesías que está por llegar es “enderezar nuestras sendas”, liberarnos de falsas seguridades y reorientar la ruta de nuestra vida según la voluntad de Dios. Más en http://www.debarim.it/adv2a_esp.htm

Primero de Adviento (A) – Noviembre 28 de 2010

 ADVIENTO: ESTE ES EL TIEMPO DE LA ESPERANZA

Un discípulo siempre está en “vigilia”

Mateo 24, 37-44

 

“¿De qué aprovecha saber cuándo vendrá el Señor,

si Él no viene primero a mi alma y vuelve a mi espíritu,

si Cristo no vive en mí y me habla?”

(San Pascasio)

 “Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”

 Oración para el Adviento

“Jesús, que vives en María,

ven a vivir en tus siervos,

con el espíritu de santidad,

con la plenitud de tu poder,

con la perfección de tus caminos,

con la realidad de tus virtudes,

con la participación de tu Misterio.

Triunfa de todo poder adverso,

por la fuerza de tu Espíritu,

para gloria del Padre. Amén.”

(J.J. Olier)

 Introducción al Adviento

Comenzamos una nueva etapa en nuestro caminar: el Tiempo del ADVIENTO (o de la “venida” del Señor). Nuestra mirada se hunde en el futuro, explorando como centinelas la venida del amoroso Señor que viene a nuestro encuentro.

¡Este es el tiempo de la esperanza!

¡Despertemos!

“¡Velad!”, “¡Estad despiertos!” (Mt 24,42), es la nota aguda del anuncio de Jesús en el evangelio de hoy. Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina

I DOMINGO DE ADVIENTO

ESTEN ALERTAS

Isaías 2,1-5. Romanos 13,11-14. Mateo 24,37-44

            El tiempo de aviento nos invita a descubrir la dimensión de eternidad ya existente en la marcha cotidiana de los acontecimientos, dimensión que se irá haciendo cada vez más explícita y densa, hasta manifestarse un día en toda su plenitud al final de los tiempos. Con la encarnación de Cristo, en efecto, Dios ha convertido la historia en escenario de liberación y de vida. El adviento nos invita a entrar en esta corriente de salvación ya presente en el transcurrir diario del tiempo. Sin embargo, no es tan fácil descubrir y vivir con coherencia este misterio, sobre todo cuando la humanidad corre el riesgo de habituarse a la violencia y a la crueldad, cuando pueblos enteros viven en la injusticia y en la miseria y la vida de cada uno se debate entre la banalidad de lo que un día terminará y la falsedad de placeres engañosos. La liturgia del adviento nos invita a soñar, invitándonos a creer y esperar en un horizonte de vida y plenitud. El adviento supone una meta, una esperanza para la humanidad: Cristo y su reino. Más en http://www.debarim.it/adv1a_esp.htm

 

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

(Ciclo C)

 2 Samuel 5,1-3. Colosenses 1,12-20. Lucas 23,35-43

Esta solemnidad, instituida por Pío XI en 1925, cierra el año litúrgico con una grandiosa visión de fe y de esperanza en el señorío de Jesús el Mesías de Dios, Señor del cosmos y de la historia. Un señorío y una realeza que no se fundamentan ni en el poder ni en el terror, sino en la donación de un amor sin límites. En el centro de la liturgia de hoy emerge soberana la figura de Cristo en la cruz que, según el evangelista Lucas, como último acto de su reino terrestre y como primer gesto de su reino glorioso, ofrece el perdón y la paz.  Más en http://www.debarim.it/cristorey_c_esp.htm

PISTAS PARA LA LECTIO DEL EVANGELIO DEL DOMINGO

Trigésimo Cuarto Ordinario – Noviembre 21 de 2010

Solemnidad de Jesucristo Rey Universal

Lucas 23, 35-43

Una cita en el reino de la vida y de los vivos

“Reflexionemos atentamente sobre todo,

para que podamos percibir el poder de la cruz”

(San Juan Crisóstomo)

 

Concluyamos este año litúrgico, en el cual nos ha acompañado el evangelista Lucas, con esta bella oración de san Juan Eudes, en la cual declaramos a Jesús el “Rey” de nuestras vidas:

“Señor Jesús, que seas todo en la tierra

como lo eres todo en el cielo.

Que lo seas todo en todas las cosas.

Vive y reina en nosotros en forma total y absoluta,

para que podamos decir siempre:

¡Jesús es todo en todas las cosas!

¡Queremos Señor Jesús que vivas y reines sobre nosotros!

Dios de poder y de misericordia,

quebranta en nosotros cuanto a ti se opone.

Y con la fuerza de tu brazo

toma posesión de nuestros corazones y nuestros cuerpos,

para que empieces en ellos el Reino de tu amor. Amén”.

(San Juan Eudes)

Más en http://www.celam.org/cebipal/index.php?name=lectioDivina